París, el primer “Centro Comercial” de la historia.
París es una ciudad fascinante donde el
pasado se mezcla con los tiempos modernos, inmersos en una vida vertiginosa. La energía se renueva con la ola de paseantes
que salen a caminar cada día al encuentro con el corazón parisino que da
sentido en su totalidad a la palabra perfección.
El encanto de París reside en la
capacidad que tiene para adaptarse marcando el ritmo de lo contemporáneo sin
perder su verdadero encanto como los edificios y monumentos restaurados
incluso la música que siempre escuchamos a lo lejos como bella melodía, esta
ciudad sabe mezclar la pasión, el trabajo dedicado de las personas, la sensibilidad y curiosidad.
Las grandes “galerías
comerciales” nacieron sobre todo en la
segunda parte del siglo XIX en diversas metrópolis europeas caracterizadas por audaces construcciones, entre ellas
tenemos la Galleria Vittorio Emmanuele II en Milano entre los años 1865-1877, la Kaisergalerie en Berlín entre
1871-1873 destruida en 1944 y el famoso almacén por departamentos GUM en Moscú
1888-1893. Todos estos pasajes de arquitectura citaron a su vez modelos
antiguos como la agora griega, el foro romano o el bazar oriental.
La literatura coincide que el primer
“centro comercial” al estilo “moderno”
fue en EE. UU. Northgate Center,
construido en 1950 en los suburbios de Seattle diseñado por Victor Grue y en
1956 se construyó el primer gran centro comercial, el Southdale Shopping Center
cerca de Minneapolis.
Mientras París encierra una historia mas
antigua cuando Armand Jean du Plessis, cardenal duque de Richelieu adquirió de 1623 a 1635 diversas mansiones
colindantes con el Louvre con el fin de establecerse en las cercanías del rey
Luis XIII y confió al arquitecto Jacques Le Mercier edificar el Palais-Cardinal.
Legado al rey, que muere en 1643, el palacio es devuelto a la reina Ana de
Austria y a su hijo, el futuro Luis XIV, quien
finalmente llamara a este lugar “Palais-Royal”. Dado en 1661 a Felipe de Orleans, hermano del
rey, se vuelve durante la regencia un punto de citas galantes de la
aristocracia libertina, prendada de las cenas tardías. En 1776, el duque de
Orleans lo deja a su hijo, el duque de Chartres, mejor conocido como Felipe Igualdad,
debido a su pasión por las ideas de la Revolución. Este decide hacer una reconstrucción completa,
y para cumplir con sus deudas, obtiene de Luis XVI el permiso para construir
alrededor de jardín pabellones con galerías destinas al comercio con lo que se inauguro
así el primer “centro comercial” de la historia. A partir de 1782 las galerías
del palacio se vuelven el símbolo viviente de los placeres fáciles e ilícitos. Durante
el reinado de Napoleón I, había cerca de 15 restaurantes entre los cuales se
encontraba el Café de Chartres que mas tarde seria Le Grand Véfour, y así a
través de la historia este emblemático lugar sucede en el tiempo con controvertidas y escandalosas historias.
En 1789, el restaurante se cubre de oro
y se convierte en uno de los cuarteles generales de la Revolución Francesa
Fabre; pasada la tempestad Bonaparte desayuna a solas con Josefina bajo los
frescos y las arañas.
En 1820, Jean Véfour adquiere el Café
de Chartres y le da su nombre. “El Véfour” convirtiéndolo en uno de los
restaurantes más suntuosos de la capital. En 1852, los hermanos Tavernier toman
posesión del lugar y le agregan mayor
categoría rebautizándolo como Le Grand Véfour,
a mediados del siglo XIX, se vuelve el punto de reunión preferido de los
intelectuales y artistas del segundo imperio del romanticismo, cierra entre 1905
y 1945; a finales de 1948, lo compra Raymond
Oliver y el éxito total es inmediato en 1983 después de un atentado lo cede a
grupo Taittinger, quienes renuevan el lugar clasificándolo como monumento
histórico. “Le Grand Véfour” hoy en día es un lujoso restaurante de categoría superior
y alta cocina ubicado en 17 Rue Du Beaujolais, en París.
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